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miércoles, 19 de agosto de 2009

Eivissa

Estoy perdido en la isla… no es algo nuevo, incluso creo que han hecho una serie sobre eso… pero yo aterrice normalmente y no ando corriendo perseguido por una cosa que intenta juzgarme.

Comenzamos diciendo que Ibiza aquí es Eivissa y sabiendo su nombre seria difícil decir que estoy perdido en una pecera englobada por el mar… pero si es cierto… ando aquí de un lado para otro como si la pecera se moviese mecida por el agua…

Agua dentro… o agua fuera… no se ni donde esta el vaso… y sobre lo del huevo y la gallina no me quiero ni pronunciar… pero las cosas suceden porque tienen que ocurrir… y todo va hilado en una historia hilarante con final desconocido.

El autor busca que todo sea improvisado… que las gotas de agua caigan porque la tormenta ha rajado una nube con un rayo atronador… y si entonces llueve que sea sin mesura hasta que todas las huellas se borren en una playa salpicada en todas direcciones.

Me gusta la isla como se decir me gusta comer carne… es algo lógico y natural… pero por ejemplo me sigue sin gustar el pescado… y eso que el demonio de enfrente me da de comer día si y día también pues ese es su cometido… yo sonrío con el chuchillo y saco piezas de la carne aun sangrante…

La isla me llevo al paraíso me dio un mundo cueva donde esconderme… al norte hay espacios donde el frío congela las perlas de sudor que continuamente florecen para convertidos a todos en muestrarios salpicados y en cambio al sur te encuentras el infierno mas agobiante que cualquiera pudiese resistir…

Lo bueno en cambio es que esta repleto de vergeles y estanques donde los peces y las ranas se encargan de hacerte olvidar del calor mientras que juegan tranquilos en sus balsas de agua.

El olor a mar se mezcla entre las ramas de los pinos y los romeros tamizados con lavandas terminan por aromatizar las mañanas y las noches en las que el viento juega a rascar su cuerpo entre las hojas y matorrales…

Los pájaros hablan payes y los que hablan distinto tienen tantas sonrisas que se les caen de los bolsillos… Todo va sujeto a la regla del poc a poc… y el poco a poco se instaura como doctrina general… el calor lo lame todo con una lengua sedienta y bochornosa… aunque cuando el sol brilla en lo alto y la humedad se esconde bajo las sombras…

Cierro los ojos y parece que vuelvo a casa… la isla silencia al mar y solo se olvidan de hablar las gaviotas y sus graznidos…

Las cabras del corral ya me dejan hablar locuras mientras mascan paja de un lado a otro limando sus dientes en plano… y las tres ovejas siguen haciendo de gorilas pero con la inteligencia de seguir siempre a la cabeza de turco… Una ciega… una muda y la otra sorda… y esa… la que no oye es tan testaruda como el resto de la casa…

Cae el sol y la música suena por todas partes… se oyen tambores y los gallos desquiciados acuchillan todas las horas desde el ocaso al amanecer… duermen de día y atormentan de noche como demonios traviesos que hacen levantarse a todos los que confían en ellos…

El mundo al revés y Murphy quedándose en paro… porque hasta las tostadas caen para poder ser consumidas después… Me gusta la isla porque cuando no corro… escucho hasta el sonido de mis pasos recorriendo una historia al ritmo de mis pies…

Cada día un momento mas… una jornada menos… en verdad no estoy perdido… pero cuando las palabras se atoran y no hay donde escribirlas… salen corriendo entre los sueños para subirse a la marañas de nubes que recorren reptando la isla para llenarla de una niebla densa y húmeda tan fresca como la caricia de una legión de ángeles tratando de equilibrar la eterna batalla de la balanza por quedarse quieta en ningún lado.

No se si lograre encontrarme… pero al menos se que he participado en tantas obras que no me correspondían que cuando se cierre el telón y la gente aplauda, mi nombre aparecerá en los agradecimientos.
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