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miércoles, 27 de abril de 2011

La chupa nieves

Todo sucede por alguna razón, decía el loco enajenado al esquizofrénico más calmado. Aunque de cierta manera, se trataba del enfermo más medicado y tratado. Había sufrido tantas crisis, que ese maldito hospital abandonado se había convertido en su primera residencia.

Su caso estaba más que justificado. Había conseguido reunir por encima de un centenar de personas que no existían en el mismo cuarto, cuando desgraciadamente fue descubierto por el decano de la facultad una noche de madrugada en la sala donde se hacían las presentaciones. No es que tuviese sospechas de nada… ese hombre era el tipo más normal y corriente de toda la escuela, algunos incluso presuponían que era una especie de genio en la lógica de las matemáticas.

Pero esa misma noche el decano había asistido a una de las furtivas citas que mantenía en privado con su secretaria en el despacho, sin que su mujer se preocupara de ello, a pesar de esto, lo importante no era ese suceso… si no lo que se encontró con ese extraño caso, en el que ese viejo matemático se excusaba de utilizar las instalaciones fuera de hora, porque estaba dando una ponencia sobre un caso practico y revelador.

La incredulidad fue como una jarra de agua helada para el decano, que atónito observaba las gradas vacías mientras que las pizarras estaban repletas de símbolos extraños que iban todos relacionados con flechas hacia la pizarra central del encerado.

Comparado con ese momento… el resto ya estaba hecho, a ese hombre no se le tardo de diagnosticar un grave caso donde sus amistades imaginarias sobrepasaban más de las ciento cincuenta. Y por supuesto… fue retirado de la docencia. Todos se quedaron apenados, aunque a él no le importaba en absoluto, según le habían informado… sería trasladado a otras instalaciones.

A su parecer por fin habían contestado a una de sus múltiples cartas alegando falta de espacio, que por supuesto nunca llegaron a su destino apropiado. Puede que en esa ciudad, por ese entonces alguien respirara aliviado sin que su buzón se llenase de cartas amarillas repletas de datos sin sentido.

La cosa es que según parecía decir el loco… todo sucedía por algún motivo, y puede que fuese cierto. Pero no le importaba demasiado, allí dentro le habían limitado las visitas y por las noches no tenía demasiado espacio. Sus alumnos le habían abandonado, pero el seguía dando sus ponencias… En aquel entonces cada mañana tenía que ir el empleado de la limpieza a borrar las paredes con una esponja.

De alguna forma el viejo se libraba de los amarres que le mantenían atado a la cama y con un trozo de tiza llenaba las paredes amarillas de datos y más datos… A pesar de llevar tanta química encima que un doctor en dicha materia se sentiría un novato, lograba dilucidar unos buenos resultados. Su cabeza estaba a millones de kilómetros de la tierra y su cuerpo iba por otro lado.

A pesar de todo… en aquel entonces había conseguido un importante avance sobre la teoría del caos, aunque tampoco le importaba demasiado que ese conserje tan imbécil le borrase los datos por la mañana temprano.

Ese puto loco tenía razón… Todo ocurría por una causa determinada. En su caso, le habían encerrado allí, por hacer un uso indebido de las aulas a un horario inapropiado. Ahora se había dado cuenta.

Durante años volvió a su terrible costumbre de enviarle cartas por triplicado a la única dirección del ministerio de educación que todavía recordaba. La reacción fue devuelta cuatro años después… y vino en forma de disparos.

La causa… porque un agradable enfermero al mandar el correo comprobó que faltaba la dirección del remitente, e incluyo de su propia buena fe los datos del viejo. Un señor cansado y hastiado de ese maldito correo fue el efecto no deseado. Llegó al hospital y cosió a disparos al anciano en la sala de visitas.

El viejo pensaba que le volverían a readmitir en la plantilla del profesorado dándole la libertad, en cambio el otro señor se la dio de otro modo. Estaba harto de las mariposas y del caos, de sus absurdas peticiones y la locura de sus datos.

Años más tarde le dieron un premio muy importante a pesar de estar muerto, al parecer entre sus montones de hojas que abundaban en su escritorio hallaron un prototipo de bomba de frío calor, cuya eficiencia fue tal… que ayudo a contrarrestar el temido efecto invernadero.

El viejo encontró de alguna forma extraña la manera de extraer el calor del cielo y convertirlo en hielo… Una maquina demasiado perfecta como para usarla industrialmente para su función, pues hubiese producido un excedente en tan poco tiempo tal que hubiese convertido la fábrica en una especie de glaciar ambulante.

En cambio en la antártica… funcionaba a pleno pulmón, Sus alumnos imaginarios le comentaron el en cielo que ahora los pingüinos había logrado aprender a aplaudir para honrar su proyecto. Sus descendientes le cambiaron el nombre para hacerlo más comercial y se forraron con los ingresos que todos los países pagaban de cuota.

Su maquina se llamaba La chupa nieves… ellos la llamaron el invento del siglo.

Perdonavidas.

Pasea relajado, sin quehacer ni destino,

no es otro que el bribón de los hoyuelos.

El concurrido oasis de las almas cándidas,

de esas que un día se chamuscaron

por querer tocar el sol con los dedos.


Hasta su andar es descarado

pues tiene ese punto chulesco

con ese vaivén de ala caída

de perdonavidas barriobajero.


Hace rato divisó una presa,

una rubia de generoso trasero,

guiña un ojo, lanza su sonrisa

y espera que fluya el veneno.


Ella se acercará, la han mordido

sus poderosos ojos negros.

No hay cura, es sonreírles

y verlas rodar por el suelo.


Todo un imán para bobas e ingenuas

que sueñan con un paraíso quimérico

de esos que duran diez minutos

en el asiento trasero.


No puede evitarlo, está en su genética

aún no ha nacido la que le eche el freno,

no habrá roto para este descosido, dice,

temiendo en su interior que sea cierto.


Poesía de: Mylilith

lunes, 25 de abril de 2011

Memorias de cristal dorado.

Recuerdas los días buenos… porque tienen algo especial para ser contados. En cambio los malos se difuminan como la línea un carboncillo con un trozo de folio… Y si, por aquel entonces donde fuese que estuvieses dibujando ya era una completa lamina de negro…

Por lo que sacabas una nueva y empezabas a dibujar… total, ya vendrían tiempos mejores. Al menos, eso es lo que decía el párroco en la Iglesia, aunque la verdad… es que ese entrañable viejo ya podría haberse metido a hombre del tiempo. Porque sencillamente no acertaba una.

Puede que se supiese la historia del hijo de Dios de memoria… pero en eso de la vida, sabía una autentica mierda, simplemente se dedicaba a darte un número de oraciones que recitar antes de tomar el cuerpo de D. Aunque realmente sólo era un preámbulo porque la verdadera ostia venía un par de días después.

No es por nada, si no porque el tanteador entre las cosas buenas y las malas estaba ya muy descompensado y inevitablemente un barco escorado no tardaba mucho en hacer aguas… en mi caso, se llamaba tener problemas. Y los tenía, de todos los tamaños y colores… Si en verdad me dedicase al dibujo… en mi caso tendría ya la mitad de los cuadros de las Pinturas negras de Goya.

Y casi todos eran retratos… o imágenes que trazo a trazo se habían convertido en escenas más dignas de una cámara de tortura, que de un adolescente… Pero el tiempo pasó y debió olvidarse de mi por alguna casualidad del destino… Ó puede que fuesen los dos infartos graves de mi padre lo que tuvieran algo que ver. Después de eso… se volvió un agradable gatito.

La cosa es que con mi mayor enemigo fuera de juego… Comenzaron a caer los buenos recuerdos como confeti por la chimenea… con sus viajes a la capital para ver que hacer con su corazón… que a veces se prolongaban durante varios días, resurgieron en mí las ganas de buscar la felicidad.

Como casi todos los chicos de mi edad… ya habíamos comenzado a asaltar los minibares de nuestros progenitores… y como en los demás casos. Yo no era ninguna excepción. Bebía chupitos de los distintos licores y rellenaba las botellas con un poco de agua.

Con mi padre alejado de la bebida, todo era un juego de niños… Los días sin padres, jugaba al póquer con los vasos… la mayor jugada era una bebida de cada color y había que ser muy bueno, para aguantar un par de rondas.

Al los pocos meses ese extraño juego se normalizó, e incluso se hacían apuestas… Uno de esos buenos recuerdos fue cuando gané al mismísimo tipo duro de la clase… No costo mucho… solo 5 rondas de todos los colores. Después de eso la noche se torció e iba algo desequilibrado. Pero me sentía bastante feliz… Había ganado y todavía podía andar, que era mucho más que mi rival que andaba sentado en un charco espeso producido por su propio vomito.

Por suerte estábamos en su casa y yo no tendría nada que limpiar. Me bastaba con llevarme su maldito dinero. La verdad es que era una borrachera buena… si no más bien el preámbulo del mejor acontecimiento. Y es que esa misma noche la vi a ella.

La verdad es que aún no se como pude hacerlo, porque una hora después de aquello andaba viajando en un velero por los rápidos de un río… Una rara mezcla se había producido en el estomago y tiraba de mis brazos en direcciones opuestas.

Por una parte el alcohol me había dado una especie de alas… y ninguna instrucción de cómo manejarlas y por otra una especie de felicidad cariñosa se había adueñado de mi alma… lo que se traducía en que iba saltando de grupo en grupo abrazando a la gente… hasta que la encontré a ella.

Bueno ella puede que se encontrase conmigo porque entre uno de esos saltos aéreos me tope contra su cuerpo, bueno el termino apropiado fue que me estrelle como un suicida y acabamos los dos en el suelo abrazados.

Yo estaba tan avergonzado que permanecí sobre su cuerpo un rato buscando una disculpa… en lo que ella dijo, bueno chico… no querría especular, pero creo que vas demasiado borracho.

-¿Cómo? –creo que alcance a preguntar…

En lo que ella comenzó a moverse debajo hasta apartarme a un lado como quien mueve a una tortuga dándole la vuelta…

La verdad es que en ese momento, no supe reaccionar… Bueno, a ciencia cierta estoy seguro de eso. Yo me quede allí tirado mientras la gente pasaba por encima de mí y me felicitaba por mi victoria con el tipo duro.

Andaba tirado en el suelo, sin ninguna prisa por levantarme porque el tío más peligroso del colegio andaba nadando en sus propias nauseas, y todos los chicos que sufrían sus continuas penas, andaban contentos con su mayor peligro fuera de juego.

Todos andaban ligando… y yo andaba tumbado con una estúpida sonrisa. Parecía el jardín de la alegría pero sin Marihuana, entonces tan sólo teníamos 12 años y ningún contacto relacionado con esa sustancia. Éramos terriblemente jóvenes y estábamos borrachos.

La ciudad despertaría al día siguiente sin saber lo que había pasado… todos andábamos en la casa de otro en una especie de juego trasladado cuando en realidad estábamos todos en la misma. La maniobra de un genio de la estrategia, de un loco trastornado. En verdad la idea también había sido mía… pero en ese momento yo estaba en otro lado.

La había encontrado a ella… es más nos habíamos tocado, incluso al girarme me di cuenta que le había tocado una teta y ella no se había quejado… tras volcarme me había sonreído… incluso me había besado, antes de marcharse a otro lado. Yo tenía el mejor recuerdo de toda la fiesta y simplemente estaba esperando. A que el mundo dejase de moverse a mí alrededor y mi corazón desbocado volviese ir al compás de un bajo aletargado.

Vladimir Lujuria

"¿El hombre perfecto? Un hermafrodita: un individuo con un órgano masculino, el pene, y uno femenino, el cerebro."

sábado, 23 de abril de 2011

Verdad absoluta.

Al final… todo deja de doler de alguna manera u otra.

Exclamación ausente

Me estoy desmontando

como si yo fuera / se

un montón de tierra

que se desmorona

hasta que al final

sólo queda algo

nimio y vacío

una pregunta

sin cuestión

ni sentido

solo un

yo

y

nada mas…

aparte de

silencio

viernes, 22 de abril de 2011

El secreto de las culebras

Seth era egipcio, pero era algo más que el sencillo hecho de nacer en un sitio… era de ese preciso sitio, donde su nombre aunque dado por lo hiperactivo que había sido en la cuna desde el nacimiento, es que irónicamente su familia se encargaba de un negocio en desuso como era el de encantador de serpientes.

El crío tenía unos brillantes ojos verde botella que había heredado de su madre… y ya desde pequeño se le vio que era mitad niño… mitad culebra y no es que le colgase precisamente, aunque tampoco estaba mal, todo es comentarlo… si no que había llegado a hechizar ya tan pequeño a sus propios padres causando estragos.

Así que ir a ver al pequeño era una odisea… dormía mucho y entonces era un angelito, pero rogaban todo el día que no se despertase… No porque fuese un escandaloso, al contrario era un bendito que ni lloraba… pero su talento iba más allá de las palabras. Alguien decía… Oh! Que ha abierto los ojos… pero mira que bonitos y el padre tenía que dejar lo que estuviese haciendo para salir corriendo a salvar a aquel inconsciente.

No era por nada peligroso… al contrario, pero conocían a su hijo Seth y muy lejos de castigarle por sus extrañas costumbres intentaban evitar el desastre por adelantado. Y es que la primera que lo supo fue su madre, cuando fue a amantarlo.

Él le miro con los ojos muy abiertos y ella dijo… mírale que bendito y antes de que fuera a terminar la frase… zassss bocado en la teta a traición…

Hijo de puta! –exclamo ella sin pensar siquiera. Quita! que la puta soy yo y este es mi hijo…

Y es que no sabían a ciencia cierta que le estaba ocurriendo a su vástago. Pero a lo largo del tiempo se dieron cuenta… en que no era por nada en especial… lo mismo podía ser una teta, que una nariz curiosa, que una mano… la cosa era mirarle a los ojos, eso presagiaba un mal innecesario y es que era tan pequeño que no molestaba demasiado, eso si.

La risa sería cuando le salieran los dientes y por eso estaban ya preparados. La niñez fue un campo de rosas, porque sus padres aprendieron a manejarlo como a alguna de las serpientes del mercado. Contoneaban sus cabezas confundiéndole el disparo de su boca siempre entreabierta, al final de mucho sufrirle empezó a entender que ellos eran sus criadores y comenzó a tener cuidado.

Sus progenitores respiraron tranquilos… pero no pensaron en el futuro. El primer día que Seth fue a la escuela fue expulsado a los 15 min… su madre aun estaba muy cerca y no le costo demasiado. En ese tiempo Seth había echo amigos… tantos como le fue posible en ese rato.

Según comenta la profesora fue decirle Seth preséntate y de la manera que comenta fue dicho y hecho, liándose a pegar bocados a los que tenia cerca. Por suerte el niño solo tenía dientes, y ningún veneno escondido, pero en su primer cuarto de hora social… ya se había llenado las dos manos de enemigos. A cuatro de ellos les mordió la nariz… (una de sus zonas favoritas), a otros dos la mano, al chico rubio en el brazo, a la rubia en una pierna y curiosamente fue a la morena a quien lo hizo en el cuello.

La madre miro a la última niña lastima antes de llevarse a Seth arrastrando y gritando, evidentemente con ese peligro… tuvo que enseñarle en casa ella misma, saltándose el colegio y el instituto. Sus exámenes eran oficiales… pero iba al lugar seleccionado el solo y le vigilaban desde fuera de la sala.

Era material altamente peligroso, incluso sus padres le hicieron camisetas, de cuidado, muerde si le miran a los ojos, lo más extraño de todo… es que como Vivian en una pequeña ciudad todos los niños se conocían y crecían juntos, todos menos él.

Cada niño se acordaba de Seth que para evitar desgracias andaba todo el día encerrado, no porque fuera peligroso (que lo era), si no que con tan alta estima que le tenían que siempre se andaban con cuidado. En los siguientes años se perdieron la cuenta de las narices mordidas y en el resto del cuerpo ocurría lo mismo. Pero por curioso que parezca, no volvió a morder ningún cuello en absoluto. Quizás se hubiese cansado…

Pasaron 16 años… como quien corta cañas en el río… transcurrieron en un suspiro mojado. Seth ya participaba en el espectáculo rodeado de crótalos, víboras y cobras reales… andaba entre ellas como siempre contoneándose, como si el tampoco tuviera huesos… aunque si que los tenia, sólo que ese movimiento en el era tan grácil y elegante que le salía de manera natural.

Y un día de esos en que parece que nada ocurrirá… una chica de su edad se acerca a ver el espectáculo. Como siempre sus padres estaban atentos… temían más a su hijo que a las pobres serpientes, ellas sabían que estaban presas y cuidadas en cautividad, pero no ocurría lo mismo con el maldito chico. Y la chica del pelo moreno sonrió al verle y se acerco a la verja que contenía el recinto… y miro entre sus huecos intentando miras al chico que estaba de espaldas ajeno a lo que ocurría fuera de ese momento.

Ella se tocaba el pelo y se mordía el labio inconscientemente. Se la veía nerviosa como si fuera a hacerle algo malo al niño… Así que la madre que siempre estaba atenta, salio corriendo hacia el público y cogiéndola del brazo firmemente le hizo levantar la cabeza…

Seth que había visto por el rabillo del ojo todo aquel suceso salto fuera de su silla y fue corriendo a la verja a proteger a su vieja de cualquier cosa que pudiera ocurrirle y se aferro a la verja cascando sus dientes al vacío mientras intentaba escaparse del cautiverio saltándola… El publico salio corriendo y solo quedaron su madre… la niña… Seth intentando escaparse y a su padre conteniéndolo.

Era una situación muy tensa cuando la madre rompió el silencio que se cortaba con cuchillo.

Grito… - Tú… -a ti fue a la que te mordió cuando era un chiquillo, te dolió y vienes a tomar venganza!!!

A lo que la chica comenzó a llorar y dijo- no… -entre lagrimas sinceras.

Aflójese la mano y calló la niña al suelo, Seth se calmó medio gramo…

La madre se arrodillo al lado de la niña y levanto su rostro empapado.- ¿Entonces que querías mona? -Vertió sobre su cara como un calido manto.

Sólo quería verle… le buscaba desde hace años… el otro día escuché que andaba aquí trabajando y la curiosidad me llevó hasta aquí sin darme cuenta de lo pasado.

- ¿Entonces quieres vengarte por el mordisco?

- No… vengo a devolverle el regalo -y abrió su mano y le entrego un colgante con una serpiente que sucede que Seth le puso en el cuello antes de mordérselo.

Todos se quedaron extrañados… Todos menos Seth y ella… Danila, era su nombre escondido tras tantos años… y le cuenta que el primer día de clase todos estaban alborotados.

Que la profesora les hizo sentarse a todos en un corro enorme y que al principio estaba todo tranquilo y calmado, que ella le estaba mirando a los ojos porque parecían mágicos y que la maestra le pido que se presentase ella, y con ello al levantarse justo enfrente se levanto él como si fuera un espejo.

La maestra indignada le dijo siéntate! y no le hizo ningún caso, le grito y chillo y Seth estaba allí parado mirándola a ella y ella sin poder decir ni su propio nombre… Así que la profesora cansada le ordenó que se presentara y allí mismo empezó el caos.

El niño de la derecha se río al escuchar el extraño nombre de Seth y este no corto ni perezoso le mordió la nariz… ante el revuelo montado se montó la fiesta y ella sólo veía como Seth se acercaba mordiendo y arañando a todos los presentes que se cruzaban entre sus dos miradas gemelas.

Y fue todo en un momento cuando sus miradas se toparon con un beso, uno muy sonoro como ella recuerda y cayeron al suelo los dos juntos… sintió sus manos reptar por su cuerpo en una caída que no duro ni un segundo, y se quedaron allí mirándose.

La maestra tiro del niño pensando que la estaba atacando y Seth se agarró a ella mordiéndola en el cuello con extremo cuidado y sujetándola por debajo de los brazos hasta que le arrancaron por la fuerza.

Ella se quedo llorando, sorprendida por todo, pero también cuenta que desde el principio se dio cuenta que el no quería hacerle daño, de alguna forma ella era la única amiga que el había buscado y que fue la mala fortuna todo lo que allí había sucedido, se dio cuenta al ver el colgante que él la había dado.

Entonces? No lo comprendo… musito la madre dudando.

Ella se levanto secándose las lagrimas con la manga de lino… y se acerco a la verja con Seth totalmente relajado… le miro a los ojos y no dijeron nada mas… ellos estaban en otra parte que no era ese lado. Sus ojos eran como una selva espesa lleno de serpientes por todos lados, sus cabellos se movían como cobras hambrientas y los colmillos de Seth brillaban entre jadeos. Sus manos se escurrían entre los agujeros de la verja y se tocaban la cara y las manos.

Ella dijo… te devuelvo tu serpiente…

El susurro… yo también te había buscado… quédatela para que vuelvas a traerla.

Lo se –dijo ella.

Y ya estaba todo perdonado…

Cayeron las verjas… los miedos, los daños, cesaron las rejas y mantenerlo aislado. Ella se mudo a su casa, porque curiosamente en una familia de encantadores de serpiente, fue una chiquilla inexperta quien con 3 años había domado a la fiera, que se mantuvo esperando a que ella le devolviera su querida serpiente y el como un loco volviera a tomar impetuosamente sus labios.

jueves, 21 de abril de 2011

miércoles, 20 de abril de 2011

Los Dioses y sus mujeres...

Groucho Marx decía oculto detrás de su bigote… Detrás de un gran hombre está una gran mujer.

Por lo que debo de deducir en el caso de los musulmanes que Alah es grande por la cantidad de mujeres debida gracias a la opción de la poligamia.

La lastima de los cristianos reside que Dios debe de ser infinitesimal al limitarnos a una sola… Por lo que gracias a D. D y a la Iglesia, nos dan por culo al limitarnos.

martes, 19 de abril de 2011

Miguel de Cervantes.

"Aún entre los demonios hay unos peores que otros, y entre muchos malos hombres suele haber alguno bueno."

Ser ó estar.

Es cuando te sientes completo, en el momento que todo cobra sentido. La música suena a su ritmo, el correcto… el que escuchabas de pequeño. La comida sabe a infancia y vuelves a comer dulces como cuando te encantaban, la calle huele a verano y agua salada y los refrescos te saben a naranjada.

Todo funciona… y aunque no tienes ni idea de cómo… porque… o siquiera la causa que lo produce, pero no te importa en absoluto enterarte de ello porque te sientes a gusto y relajado, como si lo que ocurriese en el mundo no fuera contigo, tu nombre se borra por arte de magia del buzón y es entonces, y solo entonces… cuando te dejan de llover los problemas que andaban por ahí esperando.

El piano suena diferente cuando lo tocan cuatro manos… ella te mira y sonríe porque tu la estas mirando… y a su vez eres capaz de seguir tocando sin meter la pata, sin que nada pueda turbarte o molestarte en ese instante esférico, donde la nada y el todo pierden sentido y mientras se confunden el uno al otro se vuelven simple silencio.

El resto de días son un puro ejemplo de mala eficiencia, los japoneses que te cruzas contigo en el trabajo te miran asqueados y te señalan con el dedo… se ríen de tu improductividad y las cosas suceden a destiempo.

El retraso termina metiéndose dentro del cuerpo y funcionas como un antiguo walkman con las pilas gastadas.

La vida suena a demasiado usada corriendo por una cinta sin ganas… ni prisas… sin obligaciones… y cuando piensas que nada te puede salir peor…

Te equivocas y te ves metido en el espeso lodo de quien quiere continuar y no le quedan fuerzas.

Estas perdido…

Pero ella se sienta y se niega a dejarte seguir así…

Y comienza a tocar contigo y todo vuelve a fluir como cuando era normal… ella no tiene nombre si no que es música para los oídos o sencillamente pura victoria, la única manera de guiarte en la niebla cuando te fallan los sentidos y la vista vale menos que un sermón el domingo.

El ajedrez del condenado

Todo sucedía como siempre… Los mismos movimientos, las piezas desplazándose sobre el tablero… cambiando sus posiciones. Defendiendo lo importante y comenzando una batalla de desgaste, de confusión… Un par de shuffles para despistar.

El ajedrez no deja de ser nuestro cuarto… la reina siempre has sido tu… y aunque rey, soy del otro color. Nunca hemos conocido la paz… hemos sobrevivido a todas las guerras.

Tus torres no me dan miedo… no dejan de ser de piedra y argamasa… pero tus caballeros parecen poco amigables sobre sus corceles blancos. Tampoco me importa. Mis peones llevan explosivos incorporados. Estallan a voluntad sembrando las baldosas del salón de sangre y vísceras…

Los alfiles son arqueros camuflados y mis caballeros son centauros enteros… nada de hombres y caballos. Una pieza un cuerpo, nunca fui de dejar nada a medias. Pero en el trono siempre hay un espacio a mi izquierda. Tu estas allí al frente.

Y pienso terminar la partida contigo a mi lado. La sangre no deja de ser un delicioso alimento para las figuras de mármol que siembran las pesadillas de los humanos. La noche requiere de tanto tiempo, que ha visto morir a miles de estrellas y a su vez ha contemplado el nacimiento de otras tantas.

Todo cambia… y todo perdura… Ella sigue siendo el centro de toda la locura que en el mundo ha continuado. Un combate más hacia la victoria es un baile de mascaras desde la mañana temprano.

lunes, 18 de abril de 2011

La enfermedad de la inocencia...

A pesar de su juventud, a esa edad ya estaba echo todo un viejo, pero no cualquiera de ellos… si no los que tan gastados que deben pasar lo que les queda de vida metidos en un asilo.

El chico no se movía para nada, era como una estatua de sal todavía con la piel firme y sin arrugas, pero su cerebro se había divorciado su cuerpo hace tiempo y como en toda separación dolorosa, el niño había sido el que se llevó la peor parte.

Su cabeza se fracturó por la mitad en dos partes iguales, su cuerpo tuvo un problema con la conexión entre la unidad central y sus periféricos… por lo que la realidad se acabó derrumbando como un castillo de naipes demasiado alto. No tenía ni 23, cuando su mundo se terminó y se convirtió en un vegetal fresco pero caducado.

Ningún medico había tenido algo así antes… por lo que fueron incapaces de ayudar y acabaron por apartarle en una cama vacía en una residencia de ancianos, aparcándolo como a un coche que esperas que llegue a ser un clásico. Lo pusieron en un sitio poco transitado y le cubrieron con una cúpula de tela.

La ironía de las cosas llega 4 años después con la forma de una gata escurridiza… Ella se llamaba Paula, era de las enfermeras más jóvenes de allí y como era de esperar, llena de energía… Siempre andaba moviéndose rápidamente de aquí para allá… Con sus medias transparentes y sus zuecos blancos y un uniforme que se quedaba corto en sus largas piernas delgadas y firmes.

La cosa fue… que llego un día riéndose en el comedor.

- No sabéis lo que me ha pasado!

- ¿Sabéis ese anciano terminal que esta cubierto por una sabana?...

Pues hoy se ha empalmado! Y menuda vara calza a su edad… me han dado ganas de levantar la sabana a ver que escondía debajo… Su sonrisa fue un espejismo al ver la reacción de los demás.

Que sorprendidos dejaron sus cubiertos para salir a comprobar aquello… cuando llegaron todo había acabado… no había rastro alguno de ningún cambio, por lo que pensaron que ella les había tomado el pelo… pero cuando estaban volviendo a taparle.

Llegó ella con su perfume con un toque a canela y vainilla… y como si fuera el aroma de un café en su punto… debajo de aquella sabana que le tapaba en esos momentos hasta el pecho, comenzó a montarse la tienda de campaña de nuevo.

El chico tardó semanas enteras en terminar de despertarse. Cuando lo hizo del todo allí estaba ella, que tras verle la cara no pudo separarse de nuevo de aquella cama. Por lo que el los médicos creen que tuvo que despertarse porque ya no le llegaba sangre a la cabeza, cuentan entre risas… porque no se explican como ocurrió.

Sólo ella sabe la realidad del asunto… aun recuerda lo que le dijo al oído… Oye… disculpa, ¿por qué no te levantas?, Yo he soñado contigo… y por lo que creo… tu también conmigo. Así que despierta y marchémonos a otro sitio. Tengo que enseñarte algo… que hará que no quieras volver a dormirte nunca más…

Curiosamente fue dejar de susurrarle al oído… Y él abrió los ojos y la beso con tanta pasión que tuvo que llevarla en brazos hasta el coche porque a ella le temblaban las piernas y es que él ya había gastado demasiado tiempo en una cama… como para gastar tiempo en la primera cita. Ella directamente le llevaba a su propia casa, que era un sitio mucho más divertido y con más intimidad donde jugar a médicos y enfermeras.

viernes, 15 de abril de 2011

27.


27. Capitulo de la senda del perdedor de Charles Bukowski
Wagner no había logrado nada con nosotros. Estaba yo de pie en el patio durante la clase de gimnasia cuando se me acercó.
- ¿Qué estas haciendo, Chinaski?
- Nada.
- ¿Nada?
No le respondí.
- ¿Cómo es que no participas en ningún juego?
- Mierda. Eso es asunto de chiquillos.
- Te voy a poner a recoger basura hasta nuevo aviso.
- ¿Por qué razón? ¿Cuál es el cargo?
- Holgazanear. 50 puntos negativos.
Los chicos tenían que recuperar sus puntos negativos trabajando con la basura. Si tenías más de diez puntos negativos y no los recuperabas, no te podías graduar. A mí no me importaba graduarme o no. Ese era su problema. Podía quedarme dando vueltas y vueltas haciéndome más y más grande y mayor. Me tiraría a todas las chicas.
- ¿50 puntos negativos?-pregunté-. ¿Es todo lo que vas a darme?¿Qué tal cien puntos?
- Vale, cien puntos. Te los has buscado.
Wagner se alejó contoneándose. Peter Mangalore tenía 500 puntos negativos. Ahora yo estaba en segunda posición y ganando terreno…
Mi primera sesión con la basura fue durante los últimos treinta minutos del tiempo del almuerzo. Al día siguiente llevaba un cubo de basura junto con Peter Mangalore. Era bastante fácil. Cada uno teníamos un palo con clavo afilado en la punta. Recogíamos papeles con el palo y los metíamos en el cubo. Las chicas nos miraban cuando pasábamos frente a ellas. Sabían que éramos malos. Peter parecía aburrido y yo tenía una expresión de importarme todo un comino. Las chicas sabían que éramos malos.
- ¿Conoces a Lilly Fischman? – me preguntó Peter mientras andábamos.
- Oh, sí, sí.
- Bien, no es virgen.
- ¿Cómo lo sabes?
- Ella me lo dijo.
- ¿Quién se la tiró?
- Su padre.
- Hmmm… Bueno, no puedes echarle la culpa.
- Lilly ha oído decir que tengo una gran polla.
- Sí, lo sabe toda la escuela.
- Pues bien, Lilly la quiere. Apuesta a que puede manejarla.
- La vas a rompen en cachitos.
- Sí, es lo que haré. De todos modos ella la quiere para sí.
Soltamos el cubo de basura y miramos fijamente a unas chicas que estaban sentadas en un banco. Peter anduvo hacía el banco. Yo permanecí plantado. Se acercó a reírse tontamente. Pete volvió hasta el cubo de basura. Lo recogimos y nos fuimos a otra parte.
- Así -dijo Pete- esta tarde a las cuatro voy a romper a Lilly en pedazos.
- ¿Sí?
- ¿Conoces ese coche estropeado al que Pop Fansworth le quitó el motor y que está en la parte de atrás de la escuela?
- Sí.
- Bueno, antes de que se lleven a ese hijo de puta de ahí va a convertirse en mi dormitorio. Me la voy a tirar en el asiento trasero.
- Algunos tipos realmente saben vivir.
- Me estoy empalmando sólo de pensarlo –dijo Pete.
- Yo también, y ni siquiera soy el que se la va a tirar.
- Sin embargo existe un problema –dijo Pete.
- ¿No te puedes correr?
- No, n es eso. Necesito un centinela. Necesito alguien que me diga que no hay moros en la costa.
- ¿Sí? Bueno, mira, yo me puedo encargar de eso.
- ¿Lo harías? –preguntó Pete.
- Seguro. Perno necesitamos otro chico más para que podamos vigilar en ambas direcciones.
- Muy bien. ¿En quién estás pensando?
- Balde.
- ¿Balde? Mierda, no es gran cosa.
- No, pero es de confianza.
- Muy bien. Entonces os veré a las cuatro.
- Ahí estaremos.
A las cuatro de la tarde nos encontramos con Pete y Lilly en el coche.
- ¡Hola! –dijo Lilly. Parecía salida. Pete estaba fumando un cigarro y tenía pinta de aburrido.
- Hola Lilly –saludé
- Hola, nena –dijo Balde.
Había algunos chicos jugando a la pelota en el campo de al lado, pero eso sólo hacía más fácil, una especie de camuflaje. Lilly estaba meneándose alrededor, respirando pesadamente, sus senos moviendose de arriba abajo.
- Bien –dijo Pete tirando su cigarro- Hagámoslo amigos, Lilly.
Abrió la puerta trasera, hizo una reverencia y Lilly se introdujo. Pete entró después y se quito los zapatos, lueg sus pantalones y sus calzoncillos. Lilly miró hacia abajo y vio el pedazo de carne de Pete colgando.
- Oh, cielos –dijo-, no sé si…
- - Bueno, muy bien, me parece que…
Peter miró por la ventanilla.
- Oye, ¿estáis controlando si hay moros en la costa?
- Sí, Pete –dije yo-, estamos vigilando.
- Estamos mirando –dijo Balde.
Pete alzó la falde de Lilly hasta arriba. Había un montón de carne blanca por encima de sus medias, que llegaban hasta la rodilla, y se podían ver sus bragas. Algo glorioso.
Pete abrazó a Lilly y la besó. Luego se apartó.
- ¡Tú, puta! – dijo.
- ¡Háblame bien, Pete!
- ¡Tú, hija de perra! –dijo mientras abofeteaba con fuerza su cara.
- Ella empezo a lloriquear.
- No lo hagas, Pete, no lo hagas…
- ¡Cállate, chocho!
Pete empezó a tirad de las bragas de Lilly. Estaba pasándoselo fenomenal. Las bragas se ceñían en torno a su prieto culo.
Pero dio un violento estirón y las bragas se desgarraron cayendo en torno a sus piernas hasta detenerse sobre los zapatos. El las lanzó a un lado y empezó a jugar con su coño. Jugaba con su coño y jugaba con su coño y la besaba una y otra vez. Entonces la apoyó contra el asiento trasero del coche. Sólo tenía una media erección.
Lilly se quedó mirando la polla.
- ¿Qué eres tú, un marica?
- No, no es eso, Lilly. Tan sólo que no creo que estos chicos estén vigilando si hay moros en la costa. Nos están mirando a nosotros. No quiero que nos pillen aquí.
- No hay moros en la costa, Pete –dije yo- Estamos vigilando.
- Sí, ¡estamos mirando! –dijo Balde.
- No les creo –dijo Pete- Lo único que miran es tu coño, Lilly.
- ¡Eres un gallina! Todo ese pedazo de carne y sólo es un mástil doblado.
- Tengo miedo de que me pillen, Lilly.
- Yo sé lo que se debe hacer –dijo ella.
Lilly se inclinó y deslizó su lengua sobre la polla de Pete. Lamió circularmente aquel monstruoso capullo. Luego la introdujo en su boca.
- Lilly… Cristo –dijo Pete- te quiero…
- Lilly, Lilly, Lilly… oh, ooh, oooooh…
- ¡Henry! –gritó Baldy- ¡MIRA!
Miré. Era wagner corriendo hacia nosotros desde el otro lado del campo, seguido por los chicos que estaban jugando a la pelota más algunos de los espectadores, tanto chicos como chicas.
- ¡Pete! –aullé-. ¡Es Wagner acercándose con otros 50!
- ¡Mierda! –gimió Pete-
- Oh, mierda –dijo Lilly.
Balde y yo nos dimos el piro. Corrimos hasta pasar la puerta y llegar a media manzana de distancia. Miramos hacia atrás a través de la verja. Pete y Lilly jamás tuvieron una oportunidad. Wagner llegó y abrió de par en par la puerta del coche intentando ver mejor. Luego el coche fue rodeado y no pudimos ver nada más…
Después de aquello, nunca vimos a Pete o a Lilly de nuevo. No tuvimos ni idea de lo que les pudo haber pasado. Balde y yo conseguimos mil puntos negativos, lo que me situó en cabeza por encima de Mangalore con 1.100 puntos No había modo alguno de redimirlos. Iba a estar mi vida entera con Mr. Justin. Por supuesto informaron a mis padres.
- ¡Vamos! –dijo mi padre, y entré en el baño. El cogio la correa.
- -Bájate los pantalones y los calzoncillos –dijo.
No lo hice. Se puso frente de mí, desbrochó mi cinturón de un golpe, me desabotonó y bajo mis pantalones de un tirón. De igual modo me bajó los calzoncillos. La correa aterrizó sobre mi piel. Lo mismo de siempre, el mismo sonido explosivo, el mismo dolor.
- ¡Vas a matar a tu madre! –vociferó.
Me golpeó de nuevo. Pero las lágrimas no se produjeron. Mis ojos estaban extrañamente secos. Pensé en matarle. Debía de haber algún modo de matarles. En un par de años podría darle muerte a golpes. Pero lo deseaba en ese momento. El era un don nadie. Yo debía de ser un niño adoptivo. Me golpeó de nuevo. El dolor aún persistía, pero el miedo se había desvanecido. La correa aterrizó de nuevo. La habitación ya no se desvanecía entre brumas. Podía verlo todo con claridad. Mi padre pareció observar alguna diferencia en mí y me azotó con más fuerza, una y otra vez; pero cuanto más golpeaba, menos sentía. Parecía casi como si fuera él el que se sintiera impotente. Algo había ocurrido, algo había cambiado. Mi padre, jadeante, se detuvo y oí cómo colgaba la correa. Anduvo hasta la puerta y yo me giré.
- Oye –dije.
Mi padre dio la vuelta y me miró.
- Dame un par más –le dije-, si es que eso te hace sentirte mejor.
- - ¡No te atrevas a hablarme de ese modo! –replicó.
Le observé y vi pliegues de carne bajo su barbilla y en torno al cuello. Vi tristes arrugas y surcos. Su rostro tenía el color rosa de la masilla ajada. Estaba vestido con su ropa interior y su vientre abultaba creando arrugas en su camiseta. Sus ojos ya no poseían fiereza, sino que parecían vacuos y evitaban los míos.
Algo había ocurrido. Las toallas del baño lo sabían. La cortina de la ducha lo sabía, el espejo lo sabía, la bañera y el retrete lo sabían. Mi padre se giró y salió por la puerta. El lo sabía. Era mi última paliza. Al menos proveniente de él.

jueves, 14 de abril de 2011

De círculo perfecto

Era un hombre especial, por algún desastre del destino, le habían tocado las peores cartas en la mejor mesa del campeonato. Era un completo desastre realizando tareas sencillas y sin complicaciones, pero un autentico genio cuando le dejaban en su mesa de la universidad postulados y resultados experimentales que nadie podía resolver o asimilar.

Si… sorprendente sería un término muy vago cuando se nombraba su nombre.

Era incapaz de cumplir los horarios, llevar una camisa planchada o algo tan sencillo como prestar atención a los alumnos en mitad de un examen. Por eso había sido delegado a las funciones de un profesor de apoyo en su asignatura. Abandonando las clases teóricas a otra persona más preparada y consecuente con una asignatura como era la termodimánica.

Todo lo que resultaba pesado, para él se convertía en una tarea inabordable. Pero en cuando le dejabas una pila de datos sin orden ni comprensión, era capaz de colocarlos e incluso realizar algo productivo con ellos. Es más… al final había acabado en un despacho amplio con varias mesas alargadas que permanecían vacías hasta que alguien entraba por la puerta.

Lo normal era encontrarle disperso, pero no un estado de esos que se rompen cuando algo cambia ínfimamente. Si no que a veces costaba varios minutos de sacarle del trance, por lo que tras varias denuncias de estudiantes terminaron por ponerle una secretaria en un pequeño despacho por el que se entraba al suyo.

En verdad se podían haber ahorrado ese puesto de trabajo colocando un semáforo conectado a una sirena al otro lado, pero pensándolo bien, un trozo de metal no atiende al teléfono… y llevándolo un poco más allá, al menos así ante el alumnado parecía alguien respetable cosa que escaseaba poco por ese tiempo.

Su apodo era el Dr. Paralelo. Porque los estudiantes le tenían por alguien con el que no se podía contar en realidad. Pero es porque no le entendían, ni siquiera intentaban hacerlo, pasaban de preguntarle que le ocurría en esos momentos. Y para ser sinceros, ni siquiera él querría contárselo.

No es porque no quisiera, o tuviese interés en resolverlo, estaba muy claro de su solvencia en esos casos… salvo que lo que no entenderían es que en su cabeza, incapaz de recordar una fecha, acudir a las citas o incluso a los eventos… incluso responder al teléfono, eran cosas totalmente ajenas a su propia persona por su escasa utilidad.

Por supuesto que el Dr. Paralelo existía físicamente, tenía un cuerpo delgado pero atlético, ojos azules tirando a grisáceos y un pelo entre dorado y plateado… No obstante su cabeza no estaba allí en todo momento.

Su cerebro se había quedado retrasado entre los papeles de sus mesas, entre los barullos de formulas y las múltiples soluciones erróneas o mal concebidas. A lo largo de su experiencia había conseguido dislocarse en el tiempo y en el espacio… Absorbía la información como si fuera suero en sonda… y después durante el resto del día iba asimilando lo retenido y colocándolo dentro de su cabeza. Hasta que quedaba perfecto y arreglado.

Por eso era un autentico desastre a la enésima potencia. Pero a pesar de que entre las 8 de la mañana y las 12, hubiese casi incendiado su casa al preparar el desayuno, inundado el baño al dejarse el grifo de la ducha abierto o perdido una puerta del coche al salir del garaje al olvidar de cerrarla tras montarse.

Mientras degustaba el café de media mañana que muy hábilmente había preparado la secretaria (que por alguna extraña razón nunca lograba recordar su nombre), Cogía tres de las carpetas más gordas de su escritorio, las abría y las colocaba ordenadamente sobre cada una de sus mesas de exposición. Una por caso… después cogía el teléfono y llamaba a los dueños de aquellos problemas.

Para él sólo había una norma, no me traigáis nada que no hayáis intentado desarrollar inútilmente durante al menos nueve meses.

Decía que nada que no se parezca a un embarazo puede ser demasiado importante, casualmente al día siguiente todos los casos entregados en la anterior jornada estaban solucionados en un folio al final de la mesa.

Todos estaban alucinados con el talento de ese extraño señor. Y no sólo por eso, si no que tras solucionarlo, no quería nada, ni aparecer en los créditos ni siquiera que se le mencionará. Fueron muchos los premios que rechazó porque a su nombre realmente no aparecía en ninguna parte.

Pero todo el mundo menos sus alumnos le respetaban.

Era muy raro, un autentico despiste y insoportablemente buena persona.

Él en cambio prefería sonreír y decir que no era ninguna molestia…

Lo peor de todo es que para el, todo aquello no tenía nada de importancia. Era como un perro contento por una bolsa de huesos pelados y sin carne. Simplemente le gustaba roer y escuchar como sonaba dentro de su cabeza.

Para lo que otros era una locura, para él era música clásica… y lo mejor de todo es que el trabajo le iba a buscar y ni siquiera tenía que hacer nada. Simplemente sentarse en su mesa y esperar a que alguien no pudiese solucionar algo durante mucho tiempo y el resto era coser y cantar.

Se sentía el padre más afortunado del mundo. Justo después de nacer… sus hijos ya sabían hasta andar. Lo que él tardó meses en conseguir cuando era un infante… su descendencia lo hacía de forma natural.

Aunque en realidad lo que más le gustaba era la ausencia de llantos de sus propios problemas por las noches mientras que el volaba alrededor de la luna.

martes, 12 de abril de 2011

El 17 no es un número simple.



A la pregunta de que es lo que más echas de menos que te hacen al cumplir el cuarto de siglo…
El simplemente dudo un simple momento y reflexionó… Los que estaban presentes pensaban que estaba madurando una respuesta acorde a sus experiencias, pero que sin lugar a dudas cumpliría las expectativas impuestas en el chico.
Con una gran sonrisa contesto:
- Lo que mas echo de menos es las cosas que nunca hice con ella.
Y el mundo se derrumbo a su alrededor debajo de una risa estremecedora y muchos gritos, sus amigos creyeron que había perdido la cabeza…
Sus padres que había vuelto a las drogas… su abuela que menudo chico estaba hecho, su hermano que nunca cambiaría, el resto de la familia que nunca sabría contestar bien una simple cuestión porque buscaba demasiadas excusas y los demás…
¿A quien cojones le importa los demás?
Ya bastante tenía él con sobrellevar su locura… Pero en ese minuto de reflexión, se dio cuenta de algo maravilloso… de algo tán sutil que se le había pasado ni plantearlo. Sencillamente necesitaba un cambio… Porque descubrió que todos aquellos sueños que él tenía y que demasiados había guardado como si fueran verdaderos recuerdos, formaban la mejor historia que nadie había escrito.
Así que guardo aquel sentimiento dentro de su pecho… y salió corriendo a cumplir su plan maestro. Hacer realidad todo aquello…
Y dos años han pasado y nada ha cambiado… Bueno en verdad son diecisiete renglones, pero es lo que viene al cuento. A veces esta a punto de conseguirlo, pero resbala y falla… Pero tiene el conocimiento de que lo logrará algún día.
No por nada que sea sencillo… es que lleva casi media vida haciéndolo sin darse cuenta… como si fuese el aire que respirará, pero es que cuando estudiaba aquella odiosa Ingeniería lo único que aprendió de aquella asignatura fue que la especialización en una tarea y su practica a diario te lleva a la excelencia y en el peor de los casos al menos a dominarlo.
El tiempo no importa cuando sigues vivo… pero si cuando cese la cuenta la mitad de tu vida es un puro sueño… quizás el personaje que vistes no era el de Romeo y Julieta… si no la vida es sueño.
El chico mira extrañado… se rasca la barbilla y levanta el pie del suelo, lee su nombre en la zapatilla y respira aliviado sintiéndose el autor se su propia obra de teatro.
Los aplausos no se escuchan…
Porque no tienes los altavoces apagados.

lunes, 11 de abril de 2011

Vacaciones en Alaska.

* Sabes que lo nuestro es imposible, que va más allá de cualquier razón lógica y humana, contra todo pronóstico y vaticinio posible. Porque el azar hace tiempo que nos exilió y el hielo se ha construido un fabuloso adosado entre nosotros dos.

- Lo se…

* ¿Y no te da miedo que se cumplan los designios de que la próxima vez que nos toquemos se helará hasta el mismísimo infierno, y los muertos por el amor resucitaran de nuevo?

- ¿Después de tanto tiempo, aún te importa lo que le ocurra al infierno?

* ¿No te han dicho que no se puede contestar a una pregunta con otra cuestión?

- Como sigas siendo racional…

- Me iré

-…

Sol sin sombra


Concentra todas sus buenas intenciones dentro de una burbuja, después edifica alrededor de ese núcleo todo lo que necesitara para alcanzar sus objetivos. Coloca las piezas pegándolas con ilusiones y voluntad. Completa el cascaron dándole una capa unificadora de esfuerzo mezclado con tesón.

Respira contento mientras mira la bonita esfera que conforma su motivación. Da una palmada y decide volver a la obra, necesita darle complejidad y continuación para que cuando lo consiga no pierda el interés como ocurre normalmente.

Piensa que no es bastante y decide añadirle una cubierta más. Usa la anterior como centro y la viste con las cosas que le gustan. Por supuesto no se olvida de ellas. A la justicia le da su Norte con lo que espera no perder la cabeza. Coloca a la belleza el Este para que sea lo primero que vea por la mañana, dejando el Oeste para su musa así conseguir que su inspiración sea el último beso antes de irse a la cama. Mientras a la pasión la entierra en el centro para que mantenga el calor dentro de su mundo.

Continúa con sus anhelos y fantasías, emplea sus esperanzas como buena argamasa que se acomoda a la realidad igual que un guante a su mano. Incrusta sus buenas historias para no olvidar las cosas que deben de ser recordadas. Aparta las malas dejándolas en una caja. Tarda horas en cubrir la anterior esfera. Rellena los huecos con los sueños que tuvo y no llegaron a ocurrir, para rematar la faena pega como tiritas unas cuantas sonrisas arrancadas con cariño.

Algo dentro de el le dice que esta bien, toca su mundo y siente la energía. Pero le falta intensidad…vacía a través de su tacto sus buenas vibraciones mientras visualiza su objetivo. Su cuerpo sonríe, pero a el no le hace gracia. Aún no se siente relleno… ni siquiera satisfecho. A su modesta opinión le falta realismo y profundidad.

Se devana la sesera intentando describir la solución, tiene las ideas pero le falta determinación y por eso nunca las termina de concluir. Pero esta vez no… no quiere perder. Lleva una vida entera haciéndolo y se ha cansado de conformarse con los restos. Abre su boca y suelta un rugido… La bestia hace temblar a la bola y a toda la habitación.

Por un segundo siente no haber insonorizado antes el cuarto… Aunque fuese con cartones de huevo… y es entonces cuando su pequeño sol brilla y arde con la fuerza de una estrella. Se cae de culo gritando Eureka y dibuja sobre la pared una silla de mono que vendría a ser cualquier onda girada 360º.

Piensa que usar mientras ve como el fuego consume todo lo que coloca encima. Podría fundirlo todo, sopesa sentándose en la caja donde dejo todos sus despropósitos… la mira con resentimiento contemplando su frío y oscuro sentido. El dolor y la mustia tristeza. Recuerda que gracias a ellos consiguió resistencia y templanza. Volverse de acero y asimilando su pasado comprende el significado de que hubiese acumulado tantos trozos de aquello que pensaba inservibles.

Comienza poniendo una red ondulada y entramada echa a base de sus malas experiencias para que le ayude y a la vez le proteja de que vuelvan a repetirse. En los pozos de sus valles los inunda con sus angustias y lo que tenia que olvidar… al contrario en las cubres usa todo lo que le hizo volviese más duro para dar firmeza a las cúpulas. Con algo de suerte combinada con desdicha vuelve reflectante el interior de todas las bóvedas de ese gran erizo.

Galvaniza el exterior con lo que le quedaba de orgullo para que el tiempo no pudiera oxidarlo. Y por si acaso aplica una fina película de vaselina que impermeabilice y sirva de cubierta protectora. Cuando acaba experimenta el calor dentro de aquel magnifico virus y decide inoculárselo.

Lo reduce con un escalímetro hasta que toda aquella masa enorme se convierte en una canica. Abre la boca y se traga aquella bola que contiene a la vez todos sus problemas y a la vez las soluciones. Se tumba en la cama y por fin llega el tan esperado sueño que llevaba siglos esperando.

Respira aliviado mientras que dentro de su estomago aquella cápsula germinaba llenándole de todo aquel conjunto que la componía. Su antigua sonrisa retoma la costumbre de dibujarse sobre sus labios tan cansados de aguantar y resignarse. Su rostro se vuelve liso como una brisa helada y la paz le rellena todos los huecos oscuros que carcomían su alma.

Por fin algo que funcionaba… Cierra los ojos y su subconsciente va brotando, saliendo de la tierra… Se conforma entonces una magnifica pirámide que al principio parece demasiado grande para poder contenerla su cabeza.

Entre la agonía alcanza a comprender el significado de todo aquello… Todo eso ya estaba allí, pero nunca había conseguido observarlo entre la niebla y el humo. Contempla todo lo que empleó para sus dos primeras esferas. Brilla ahora en alguno de los cuatro triángulos que contienen sus paredes. Busca lo malo… y comienza a tener miedo.

No encuentra rastro alguno por ninguna parte y la desesperación de que todo eso forme parte de una base inestable convierte la victoria en pura duda que se mueve comportándose como una buena gelatina de frutas. Se sienta a compadecerse de haber empleado todo aquello…

Cuando a su espalda escucha la voz de alguien conocido, pero no tiene animo de girarse a averiguar de quien se trata.

¿Por qué te preocupas muchacho por tan maravillosa estructura?

- Porque creo que los cimientos que emplee, no fueron los adecuados y ahora no se como arreglarlo, una vez iniciado no se puede volver a atrás.

¿Piensas rendirte a la primera señal de alarma?

- No, precisamente era lo que no quería.

Entonces deja de lamentarte por haber logrado una pirámide después de haber plantado una esfera… A continuación posa su mano anciana sobre su hombro y él siente toda aquella fuerza madurada con el trasiego de los años hasta que se destiló como pura experiencia.

La pirámide fue cambiando hasta iluminarse lentamente y cuando rotó la vista atrás no quedaba presencia alguna de aquel fantasma, pero le necesitaba porque al final comprendió desde su interior algo muy sencillo y esencial. Que necesitaba toda aquella materia muerta para que la semilla arraigara y a través de todo aquello que ya no servia para nada, alimentar lo que sí debería perdurar. Como la tinta envejeciendo sobre el papel amarillento.

domingo, 10 de abril de 2011

Lluvia de estrellas

Se olvida del tacto del suelo y vuelve a la alturas… el mundo a dejado de ser una mezcla de sombras con realidad y ahora que ha recuperado la visión de los pájaros regresa al cielo, como predestinaba su sino.

Planea mientras siente el viento sujetar su pecho… las caricias de las nubes siguen recordándole la textura de la gloria. Atraviesa el cielo oscuro en silencio, esquiva a los aviones y juega al escondite con los helicópteros, algunos pilotos dicen en sus informes que han divisado algo, le llaman UFO, pero nadie ha estado demasiado cerca como para preguntarle el verdadero nombre.

Se siente a salvo… sin que nadie le moleste allí arriba, todo el mundo es un turista cuando se refiere a volar, hasta los grandes hombres tienen que pagar la gasolina de sus propias aeronaves, pero él sigue sonriendo tan natural como siempre… En su caso es diferente, una vez aprendió a utilizar las palabras, el resto fue muy sencillo.

Cambio las leyes de la gravedad por unas menos severas hacia su persona… las palabras pesadas se volvieron ligeras como los gases al contacto de sus dedos y por supuesto diseño su cuerpo para que fuese poco resistente al rozamiento con altas dosis de amor propio. Para acabar se libró de todo lo que pesaba en su pasado.

Y conforme fue cumpliendo sus tareas comenzó a volar hasta que le cancelaron su tarjeta de aviador por un problema con la vista. Ahora resuelto el problema ha vuelto… ha dejado el barco amarrado en el puerto y abandonado su carrera de pirata. Por fin la leyenda de Barba Roja puede descansar en paz…

El cielo de nuevo huele a pan fresco por las mañanas cuando el flota sobre los campos de trigo… y vuelven a llover ranas en medio de los pueblos perdidos de España mientras escucha la risa de los chiquillos. Cuando echaba de menos todo aquello, todo empieza a ser divertido… incluso mirar por las ventanas. Aunque todo aquello es insuficiente con la posibilidad de volver a contar las estrellas de cada galaxia cuando llegue la noche.

Rubíes de sangre

La muerte de un pirata le sobreviene cuando recupera el ojo y se retira el parche, el mar se vuelve sólido como una carretera y el barco encalla en una playa paradisíaca llena de tablas con diminutas letras y vivos colores, entonces es cuando todo parece de nuevo un mundo sin explorar.

El dolor del naufragio dura hasta que la sal deja de escocer en todas las heridas donde la sangre roja como un rubí sobresale de la dura roca.

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