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martes, 18 de febrero de 2014

Lo siento mucho.



Yo mate a Nemesis y lo estoy volviendo hacer por no tener cuidado. Por ignorar las señales, por retrasar lo inevitable. Mañana seguro… es un mal negocio dado mi oficio, lo que estaba a mi cuidado tiende a malograrse en búsqueda por su propia supervivencia.

Te veo sin fuerza, cuando tu has sido el más poderoso de mis generales y en cierta manera mi propio ejercito, incluso durante un tiempo fuiste mi más preciado tesoro al transformarte en un revolver dorado con el que practicar la venganza.

Mate a tu antecesor mientras estaba de vacaciones y a ti, te estoy matando porque trabajo demasiado. Te veo en el filo que hay entre arriba y abajo y echo de menos oír tus saltos de noche a oscuras. No tengo fe en nada, pero pienso luchar por ti mientras tenga aliento porque de alguna forma te lo debo, porque hace meses perdiste a tu media naranja y tampoco supe repararlo.

Perdóname por llegar tarde, cambiarte de pecera únicamente te prolonga momentáneamente la vida y no se si hoy tendré tiempo a intentar solucionar lo que francamente esta demasiado avanzado. Pero aunque caiga en el pecado, mañana sin falta te salvo. No importa lo que me cueste…he sido un mal amo y si acaso te marchas no te guardaré rencor alguno. Enterrándote junto a los ancianos a la espera de la siguiente flor que os lleve al cielo. Maldita cadena que hace sus círculos, cualquier día me uno al club.

Por favor… aguanta un momento que ya llego.

Espera mientras puedas, si lo logras prometo no olvidarme de que sois mis hijos y a veces… me olvido del amor que os he robado por alimentar a unos desconocidos.

lunes, 17 de febrero de 2014

Radiando hasta el fin.



Pongo otra moneda en la fuente mientras imagino la suerte del destino. Nunca se lo que sale al caer porque nadie se quiere mojar para averiguarlo. Lo mismo pasaba conmigo, sólo que yo tengo más lados que cara y cruz aunque las tenga ambas.

Sucede que durante mucho tiempo caminas a solas, y conforme se avanza vas incorporando personajes a la historia. Durante un tiempo los invente… ahora aparecen de la nada quedándose a hacer compañía y casan como las piezas de los puzzles. Cuando pensé que no podría encontrar otra familia nueva… va y me adopta una numerosa.

El trabajo para nada es bueno, pero hay que hacerlo. Recuerdo a Bukowski colocando cartas en la estafeta y compitiendo contra sus propios tiempos en la soledad de su cubículo.

Hay que reconocer que sin gente a veces se va hasta más rápido, pero a su vez es mucho más aburrido por la carencia de sorpresas. Nunca he confiado mi suerte a nadie, yo mi me conmigo son mi propio baluarte personal, porque me evitaba problemas hasta que di con mi jefe y su norma de solucionarlo antes de culpar a otro aunque no sea haya sido problema tuyo.

Y es cierto… el individualismo te puede llevar al estrellato o a terminar estrellado, pero si lo compartes con alguien, toda carga parece más liviana. Así que sigo siendo como siempre, pero ahora ayudo a los demás, claro esta que nada en la vida es gratis e igual que percuto vuestras pupilas ahora de vez en cuando, ellos llevan la peor parte y les taladro los tímpanos durante al menos doce horas cinco días por semana. Lo llaman la tortura fría… yo otro día más.

También he descubierto algo. Con el tiempo han ocurrido dos sucesos diferentes pero complementarios. Me dejan escuchar mucha más música para mantener a mi lengua calmada… y la más extraña y con similitudes con el síndrome de Estocolmo. Cuando estoy un par de días fuera, al volver me estaban echando de menos porque no es tan divertido el silencio como parecía.

Dicen que me haga locutor porque la radio ya la llevo incorporada, pero ninguna emisora se ha interesado por mi talento, así que ocho años después lo sigo haciendo. Y muchos os estaréis preguntando. Este… ¿Hacer el qué?

Bueno la respuesta es sencillamente fácil.

Nada… pero me encanta tocar los huevos y como soy signo de fuego no había mejor lugar que una cocina y más si le acompaña una legión de camareros. Así que desde mi puesto de cuarto frío que viene a ser los entrantes. Me encargo durante todo el día de romper el hielo por si acaso. No vaya a ser que alguien vengativo me corte la lengua y yo pueda dejarme algo en el tintero sin decir antes.

sábado, 15 de febrero de 2014

Mi hermano mayor.



Puede que en mi vida haya tenido muchos hermanos de todas las edades y nacionalidades, es posible que algunos sigan siéndolo y que otros hayan desaparecido, es algo normal en cualquier familia. Pero en verdad yo sólo he tenido un hermano.

Es de esas personas de las que cualquiera se sentiría orgulloso y en mi caso, es de mi sangre. Es como yo… aunque haya repetido hasta la saciedad de que no nos parecemos y a la vez es totalmente diferente a mí. Suena ambiguo pero es real. Yo siempre fui su escolta a donde fuera que fuese, a veces por voluntad y otras por imposición. Eso da igual, porque a fin de cuentas casi siempre estaba ahí por si a mi me daba por estrenar lo de pedir ayuda a alguien.

Nunca hemos hablado demasiado, al igual que una sombra no dice mucho a su dueño. Compartíamos el camino pero divergíamos en el estilo. En el fondo siempre le he envidiado de alguna forma sana, salvo que luego hacía justo lo contrario para no imitarlo. Si nos juntásemos en un cuarto seguramente tendríamos la solución a casi todos los problemas del mundo, pero tampoco nos molesta en absoluto que siga reinando el caos así que lo dejamos como esta.

Es un piscis a punto de cumplir otro año, y sigue siendo el mismo chico que conocía en los veranos en la playa. Es de los pocos que si cierro los ojos le veo en las fotografías. Debe de ser porque durante nuestra infancia compartíamos cuarto y recuerdos. Supongo que el que se alejo fui yo, es lo más probable… pero a fin de cuentas tampoco nos hemos ido a otro sitio.

Sigue conservando la energía y también la capacidad de dormir. La concentración es de las pocas cosas que él siempre tuvo y que yo siempre anhele, pero debe de ser cierto que aún habiéndola tenido, posiblemente no hubiese sabido utilizarla. Él en cambio como muchas otras cosas rozaba la excelencia. Yo para variar iba siguiéndole como la sombra al alero. Él las concluía, yo las dejaba a medias… o no iría con mi estilo. Mi hermano se llama Pedro, como mi padre… a ambos les acompaña un segundo nombre, como a todos los de casa, pero yo le llamo Peri y ese es mi hermano.

Jamás olvidaré ese viña juntos, ni tampoco que siempre puedes contar conmigo y aunque sea un gruñón y un voceras, si hay algo que respete en esa ciudad donde nacimos es a ti por encima de todo, porque de alguna manera me salvaste de mi mismo cuando todavía no tenia armas para valerme sólo y hasta estos días mantienes lo de intentar cuidarme encauzándome hacia el bien pero sin pisar lo religioso, eso siempre con la mejor forma de enseñarlo, tu propio ejemplo. Así que gracias por haber aguantado tanto toda mi historia con sus complementos. Eres buen tipo… eso nunca ha cambiado ni podrá hacerlo.

martes, 11 de febrero de 2014

Así te quiero mi cielo.



Cuentan las noches
que nada saben
sólo de animales
y algún amante
con sus traspiés.

Quedan solas
todas las calles
desde tus puertas
hasta estos lares
las madrugadas.

Ni rastro aparece
del fuego eterno
que al contemplarte
ardía dentro
de mi latiente.

Tampoco pena
al no tenerte
entre tu cama
y mi norte
para perderlo.

Una y mil veces
como las olas
follan con peces
con sol y luna
sin fin ni limites.

domingo, 9 de febrero de 2014

En la piel de otro cualquiera.



Las noches ya no son lo mismo, ni las semanas se gastan por igual. Antes al menos tenía una salida que compensase todo lo malo acontecido durante la parte laboral. Ahora sólo quedan los recuerdos de entonces como una cicatriz donde se guardan los sentimientos.

La lluvia sigue calando y en maldito frió ha regresado con su ciclogénesis de todos los años. Dirán lo que quieran, o lo que nos pretendan contar, pero en mi casa a cualquier cosa que aparezca al menos tres veces por la puerta, se le pone nombre propio para reconocerlo a la cuarta.

Mi sobrenombre sería desgracia, aunque últimamente estoy que lo siembro con la ironía y el sarcasmo. Quizás siga siendo demasiado ácido, pero no me importa y al que si lo haga, ya puede tomar algo para que le vaya mejor. Porque a mi ni con esas me toca algo bueno que no sea una suerte básica como la de pillar siempre un tren o un paseo con los semáforos en verde.

Aún así todas las mañanas espero a que algo mejore… permanezco atento todo el día mientras soluciono todo aquello que cae en mis manos y cuando acaba la jornada voy a casa dando un paseo. Casi nunca obtengo algo bueno que no venga de un juego. Sigo con las mismas cosas de siempre no por nada, ni por vago. Sino porque aunque se donde me llevan al menos ese lugar sigue siendo tan especial como único.

Me siento delante del teclado en silencio y le dejo que me hable sin tapujos ni medias tintas, le pido la realidad y me sirve una bien cruda e indigerible, Mas cuando pasa el tiempo al final de todo como compensación queda algo de satisfacción y restos de orgullo de ese de antaño.

Escribo librándome de todo ese peso muerto que me hace ir tan cargado como un petrolero repleto hasta el mástil. A veces es arriesgado vivir conmigo dentro, otras encontraras que todavía quedan cosas peores y venideras. Después sonríes y esperas lo que sea necesario para que la noche salga perfecta.

viernes, 7 de febrero de 2014

Penas y alegrías.



Cuando quiso darse cuenta de la realidad se encontró en una isla en medio del océano. No tenía ni idea de cómo había llegado hasta allí, pero tampoco le importaba en absoluto estar en soledad, porque en ese lugar nunca había silencio y eso en el fondo le encantaba.

Si prestaba atención a ese páramo de tierra, le ofrecía el sonido armonioso de cientos de pájaros que entretejían sus trinares hasta convertirlo en una tupida melodía que lo regaba todo de una jovial algarabía digno de los más concurridos patios andaluces. Si seguía esos sonidos encontraba siempre árboles colmados de frutas y algunos nidos con huevos de todos los colores y formatos.

El agua tampoco era escasa en un arroyo serpenteante que bajaba tranquilo desde la cima más alta saltando entre pedrizas hasta alcanzar un lago donde pacía sereno mientras se escurría invisible en su particular viaje al centro de la tierra y en sus aguas nadaban peces que iban desde el tamaño de sardinas hasta otros mucho más grandes que con un cuerpo parecido a la anguilas reinaban sobre los inferiores. Él los llamaba dragones y como San Jorge de vez en cuando intentaba matarlos.

El día que mató el primero, su esfuerzo compenso el resto de la semana. Pues su abundante carne además de deliciosa estaba cargada de nutrientes al alimentarse de las otras razas y con sus dientes había fabricado un desescamador que le ayudaba con las demás variedades y eso le chiflaba.

Lloraba la falta de carne que no fuera de algún pájaro despistado que estuviera posado en alguna rama baja, porque recordaba los festines de su antigua tierra, cuando de casualidad encontró a un pequeño cerdo del estilo vietnamita. Correteaba entre los árboles y arbustos hozando entre la fruta madura caída y sonrió ante esa gran suerte de haberlo encontrado, más no cayó en la desesperación de la carne y se decidió a seguirle, su alegría se colmó al encontrar unos cuantos más repartidos por los lugares más recónditos de la isla hallando además a unas ratas moteadas del tamaño de pequeños conejos.

Estaba perdido pero ya no le quedaba nada de pena. Se pasaba el día sin más obligación que buscar su siguiente comida. Por precaución nunca cazaba a las hembras, ni a todos los machos. Con el tiempo hasta logro domesticar hasta una pequeña manada de gorrinos de los que se proveía con descaro. Las cestas de fruta que les llevaba supongo que les hacía más llevadero en trago y con descendencias de entre seis y nueve retoños, la viabilidad estaba más que demostrada.

Aunque sólo, tenía fortuna y en sus años en la isla había conseguido un juego de cacharros de cocina logrados con los caparazones de las diversas tortugas que pasaban por la isla a desovar. Así que disfrutaba de los ingredientes que la isla le ofrecía como pequeños tesoros que encontrar. La vida pirata la vida mejor cantaba mientras se bañaba en las taimadas aguas del lago dentro de pequeñas pozas donde los dragones eran incapaces de llegar. Los días que se aburría cazaba uno atiborrando las zonas bajas de carnada de pescado incluso de algunos de su especie.

Él lo llamaba punto caliente y con una lanza actuaba igual que lo había visto hacer a las garzas antiguamente, echaba de menos no tener una caña y sedal, pero en todo el tiempo que había pasado repudiado había hasta fabricado trampas para langostas elaboradas con ramas y sarmientos. Y aunque metal no tenía con las rocas ya había logrado un buen set de cuchillos. Así que naufrago de alguna desgracia desconocida había encontrado en la misma pérdida una salida gloriosa a sus años encerrado en una cocina.

Donde otros se hubieran negado a existir él disfrutaba por su pasión por la comida que rayaba la glotonería de una nevera atestada de alimentos.

domingo, 2 de febrero de 2014

Daños colaterales.



Nací en esa época prolongada de paz, salpicada de pequeños conflictos, pero conozco el significado de batalla en muchas de sus variantes. Siempre sin muerte, pero algunas veces con sangre… aunque sin llegar a ser letal de necesidad.

Nunca me he rendido, por nada… ni por nadie. Claudicar, ni siquiera viene en mi vocabulario, por supuesto palabras como capitular,  ceder o abandonar tampoco aparecen por ningún lado de mis prioridades, pero la verdad es que nunca me ha importado.

Unos lo llaman terco, yo lo llamo seguir hasta la última consecuencia, sólo que por suerte nunca es la última, sino la penúltima que lo intento. En mi vida mando yo, por eso no lego mis mandos a nadie que no pueda controlar mi potencial.

Por desgracia yo me conozco tan bien que da miedo abrir la puerta de la celda y dejar que la bestia paste tranquila en libertad. Eso supondría un grave riesgo además de posiblemente sea una de las peores ideas que a nadie pudiera ocurrírsele. Es como dejarle un martillo a un bebe en su mano como juguete. Más que nada es una irresponsabilidad.

Pero a mi no me importa tampoco. Allá el que desee soltar al bicho, yo simplemente me reservo el derecho de volver a enclaustrarlo durante un buen rato, no por nada relacionado con el anarquismo que reina en mi vida, sino más bien porque una vez libre cuesta volver a encerrar a un ser tan enajenado cuando esta en posesión de un cuerpo de cien kilos.

Aún así…

En absoluto me da miedo, pero ya que esta fuera, que disfrute de las mieles del éxito justo antes de retirarse a hibernar de nuevo en la cueva de la que no le saco por prevención a posibles venganzas.

Entonces… sigo fumando y ya no es el simple hecho de masticar humo hasta volverlo a expulsar. Para nada… sino todo lo contrario, ahora fumo bullas y broncas sin tenerme si quiera al cuidado, porque lo que no atañe no puede causar daño y no hay nada más dañino que mi cuerpo cuando lo maneja el otro que vive en mi interior.
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