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lunes, 8 de enero de 2018

El caballo amarillo.

Suena la cuenta atrás, todo tiene que estar concluido antes de que el minutero llegue a la meta. Las piezas han ido encajándose por si solas en el engranaje a una semana del comienzo únicamente resta sacar lustre.

La nueva cocina esta esperando, musita mientras saca filo a los cuchillos uno a uno. Vuelve de esa manera a reconciliarse otra vez con cada silueta ajustada a su peso, la mano se amolda a la empuñadura y brazo adquiere otra pluma más a la que acostumbrarse. Equilibrio entre dos las mandíbulas del tornillo que muerde las distintas piedras según su grano y su nivel de pulido. Vaivén eterno hasta que puedan cortar un suspiro, una sonrisa y un alma, hasta la perfección porque si el roce hace el cariño, de sus pequeños está realmente enamorado.

Se escucha la música armónica a cada pasada, dejando polvo de sueños y de hueso metálico tras su rastro, cuando acabe el concierto todos los niños irán dormirse colocados en sus acolchadas literas de un nuevo dormitorio. Esperando al día en que los dejen salir a jugar de nuevo... como siempre en libertad con un director que sangra con ellos, les cuida y por supuesto protege.

No hay recreo más divertido que el que pagan ni guerra lo suficiente virulenta como para no plantear siquiera batalla, pues el varhalla solo permite pasar a quien lo dio todo en el combate y murió sonriendo. Estúpida religión de quien cambio la pluma por el acero y la tinta por la sangre escabulliéndose del sol y también de las estrellas en un sótano donde jugar a la alquimia. Se leen en sus dedos y sus manos poesía en braile que sólo los necios emprenderían.

Cuando se escuche el disparo ya no habrá manera de echarse atrás, todavía ningún Dios me ha liberado de mis cadenas, cada uno lleva sus pecados arrastrando en la sombra. Sigo esperando la mejor llegada de este año... mientras seguiré bailando hasta que me suelten de nuevo. Concentro energía acumulándola hasta en el pliegue de las esquinas, el día que todo termine ya me quedará tiempo para cerrar las cicatrices. Queda aún demasiado lejos... ni se otea en el horizonte, el olor de la sangre causa frenesí el del carbón ardiendo te lleva a un cálido infierno donde jugar con el cualquier diablo.

Sonrisas en el averno, el ángel de la muerte vuelve a tener almas a su cargo, una espada de fuego y tantas vidas como cuentas quepan en el saco, una historia una vida... un arco iris un paseo por sus paraísos interconectados. Mientras la música suene seguirán llegando deseos hasta que el silbato suene hasta la próxima contienda.

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