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jueves, 4 de enero de 2018

El otro arcángel.


Ya sea Biel, Gabriel o Gaby, sigue siendo él por mucho que extienda las alas y se vaya a ir más lejos de su isla original. A veces pasa cuando la oportunidad es buena y no hay nada que le ate las alas a esta maldita ciudad. Sucede lo normal... él retoma eso de alzar el vuelo e irse del nido, dejando a los demás esperando su regreso.

Antes lo llamábamos despedida a la francesa o botes de humo, cosa que hacia con regularidad pero más como salvación propia que abandono porque nunca fue de estoicismos ni tampoco ser el capitán de un barco que se hunde. Lo de hasta el último alma se lo deja a sus camaradas más capaces en lo de no dejar nadie atrás.

Mi hermano de otros padres tiene cualidades peculiares, digamos que en mi casa es de los favoritos no por nada, sino por su inocencia a flor de piel. Si le das a beber termina sacándola mediante un mecanismo natural de heterogeneidad sobre su sangre. Así que básicamente como buen manchego hice que pasase la última década maldiciendo mi compañía en tales eventos. Pues de todos es sabido que aquel que tiene un pozo dentro de si mismo puede beber hasta las cataratas. Pero para eso se tiene que haber sufrido sequía durante demasiados años como para decirlo con una sonrisa.

En cambio los que vienen de las islas, viviendo siempre rodeado de agua, tienen limites de contención que gravan la estancia, no el despegue. Por lo que tarde o temprano sabíamos que una vez curado de sus alas rotas volvería a irse a otro sitio.

Tiene un corazón ahora blindado por contingencias de la vida, antes era más tierno que una mousse, pero la vida no deja a nadie irse de rositas y tras diversos jirones de rosal causados por la innombrable ahora es la hora de marcharse. Pero sólo el oráculo sabe de su cierto regreso el día que menos te lo esperes. Porque si tiene facilidad para irse cierto a su vez es que nunca olvida a los que deja atrás y que vistieron su paso por la minimanzana como si fueran atrezo del decorado de su existencia diaria.

Muchos años siendo su sombra allá donde iba me convierten en un recuerdo vivo de sus hazañas tanto las que le convirtieron en leyenda como las no tan honorables. Siempre se necesitan varios componentes incluso los amargos para hacer un buen coctel. Pero cuando alguien es como el sol uno termina siempre por quemarse con algo. Para eso tenía a la insomne luna para exterminar cualquier pesadilla.

Me alegro de poderte haber llamado hijo pero no tanto que no seas el padrino de mi mejor proyecto. Ese será de otro hermano que no deja a los suyos tirado. Pero bueno una vez estas en una estantería y alguien te compra es inevitable terminar en la bolsa de otro. La amistad no tiene precio y yo nunca hubiese pagado por tener el control de tus zapatos. Me conformo con que fuera el único jefe que ha podido disponer de mi magia y la ausencia de silencio más de tres veces y seguido convocándome. Además de paciencia se debe de tener lealtad.

Yo siempre acudí por muy peligrosa que fuese la batalla... no por mi tendencia al conflicto sino porque siempre hay que tener un lunático para solucionar los problemas eventuales con medidas extraordinarias, aparte de que nunca pierdo un buen combate hasta que todo esta concluido y que no hay ningún infierno que pueda darme miedo reinar. Un buen superior y mejor persona que me enseño que uno podía ser feliz en el trabajo, devolviéndome las sonrisas perdidas en otras cocinas más rigurosas y estrictas.

El concepto familia es una definición autoimpuesta por la sangre, pero cuando se juega con cuchillos en vez de muñecos se acaba por transgredir los limites plausibles y se crean nuevos vínculos ya sean como terminaciones nerviosas o por el socorrido síndrome de Estocolmo.

No a todos los presentes les podría llamar hermanos porque por mucho que sepa perdonar (lo haga o no) nunca olvido. Por eso no podía evitar que antes de que te vayas debía escribirte mi penúltima carta sin esta vez pedir un aumento o cualquier gilipollez que pudiera ocurrírseme para hacerte reír a carcajadas.

Sabes que mi orgullo me impide felicitarte por esta elección que vas a acometer en las próximas semanas. Pero para eso te he puesto una cama de invitados en la otra habitación de mi casa. No será un nido, pero si un buen faro con el que seguir iluminando mis eternas noches donde seguir recordando tu presencia o tu ausencia dependiendo por donde vaya el giro de la bombilla... Más será mi manera de no olvidar al sol de mil días y muchas más noches.

Cuentos donde tu hagas de personaje principal tengo un sin fin. Pero gracias a nuestra última morada también los tengo de princesas y no hay nada que pueda hacerme más feliz que cuando escuchaba a Daniela llamarte así según fuera tu estado de animosidad.

Tus escaleras ya no tienen peligro desde que mi sobrino Llamp no viene a recibirme pero tampoco ya tienen sentido porque finalmente ya no estarás arriba en el cielo esperando mi llegada. Se que San Pedro no me abrirá las puertas igual que tu, porque es un tipo al que le gustan mucho las preguntas indiscretas y ante eso, no puede hacer nada para quitarte el puesto porque aunque te marches nadie puede tacharte que mientras estuviste demostraste una intachable fidelidad a mis múltiples visitas y a acudir al templo para tener esas chisporroteantes historias acompañando al Pater hasta volver rondando a nuestras respectivas troneras.

No hay manera de borrar al circulo Polar de esta historia porque al igual que hemos llenado nuestras vidas de gastronomía, ese es el primer sitio donde nos sorprendían ante la ignorancia de nuestros paladares a un mundo de magnificas rubias de mil cuerpos y burbujas. Mi juego favorito de derrotarte y mandarte al sobre con más sellos que monedas en los bolsillos siempre será de las mejores postales que nos mantendrán comunicados. No por nada sino porque no hay dos como yo igual que no hay uno como tu... porque quizás seas un medio, o un tercio, incluso puede que un quinto... pero sólo los que estuvieron esa noche pueden decir que bebimos un benjamín de Mikkeller que nos salvo la vida de aburrirnos eternamente.

Podría llenar cien paginas más de cosas buenas sobre ti y puede que mil de defectos, pero un tarado como yo sabe donde buscar para encontrarlos. Así que no lo haré... no por que me des miedo, sino porque los arboles empiezan a mirarme mal por lo que les toca. La celulosa viene de algún sitio, mis monólogos de cocina con los que he orquestado servicios enteros y hasta Miguelito son como el agua, no terminan de venir constantemente del cielo y terminar perdiéndose por el sumidero que no va a ningún sitio.

Las vides tenemos raíces, las ensaimadas suelen tener a alzar el vuelo y desparecer en paraísos más exótico que esta extraña España.

Seguiré estando aquí de donde nunca me he movido. Guardando la senda del perdedor para que Bukowski no se revuelva en la tumba por la ausencia de ganas de terminar Factotum. Pero creo que realmente a quien vendrás a buscar es a Grillo porque nadie podrá robarme que yo te presentara al señor Sesanta. Eso no hay manera que el nadie te haga olvidarlo. Te veo al otro lado de la pared o puede que dentro de un rato, no te preocupes tampoco eras tan importante para mi, yo siempre guardo una estrella sin precio en las baldas de mis estanterías.


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